No te distraigas con las cimas y los valles de la vida, los éxitos y fracasos, las cosas grandes y pequeñas que quieren captar tu atención. Mantén tu enfoque en lo que realmente es importante en la vida: Jesús. No dejes que una decepción o tragedia te marginen, porque eso no es el fin de tu vida, es solo una parte de ella. ¡Mantén tus ojos en la recompensa! Filipenses 1:21 dice: "…el vivir es Cristo, y el morir es ganancia".
Una vez escuché una historia que ilustra el concepto de distraerse y quitar los ojos de lo que realmente es importante. La historia es acerca de un hombre que ordenó una hamburguesa en la ventanilla de un restaurante de comida rápida. Cuando empezó a alejarse en su vehículo, tomó un gran bocado y un pepinillo se salió de la hamburguesa cayendo en sus piernas. Intentó agarrar el pepinillo con una servilleta. Casi lo tenía cuando miró hacia la calle y por poco se le sale el corazón.
Mientras miraba hacia abajo buscando el pepinillo, su coche se había metido en sentido contrario ¡y un camión estaba yendo hacia él! Con la adrenalina bombeando dirigió su coche de vuelta a su propio carril, solo milisegundos antes del impacto. Sacudido, se detuvo, y fue entonces cuando escuchó al Señor decir: "Hijo, no te distraigas. Sigue mirando hacia adelante, y no te concentres en el pepinillo que está en tus pantalones".
El hombre supo al instante que Dios le estaba diciendo que siempre habrá "pepinillos" en la vida, cosas que suceden cada día y que intentan robar nuestra atención para distraernos de lo que realmente importa.
Sí, hay que cuidar de las cosas a medida que se presentan, pero al mismo tiempo, no hay que quitar los ojos del parabrisas. Mantén tu enfoque en lo que realmente nos debe importar como cristianos. La vida tiene un principio y un fin, así que enfoca tu mente en lo eterno, porque al final, ¡tú ganas!
Comentarios
Publicar un comentario